jueves, 21 de mayo de 2009

Calles multiplicadas


A la entrada de cada pueblo, cuando se pregunta sobre la ubicación de alguna calle o edificio en particular, las respuestas en la mayor parte de los casos se refieren a nombres que aluden a héroes de la Revolución, el movimiento de Independencia, insurgentes, fechas conmemorativas, personajes que se vieron involucrados en algún hecho que mereciera –aunque este apartado sea totalmente nebuloso– consignarse en la historia nacional, etcétera.
En casi todos estos lugares las principales calles o avenida central (calle principal, le llaman) llevan invariablemente el nombre de Hidalgo, Madero, Obregón, Javier Mina, los Niños Héroes, Morelos, Guerrero, Carranza, Zapata, Lázaro Cárdenas, Francisco Villa, entre otros tantos; máxime si alguno de éstos es oriundo del pueblo o ciudad que se visite. Así como fechas que destaquen por encima de los restantes días del año: 16 de septiembre, 20 de noviembre, 5 de mayo, 1 de mayo, y una larga lista más.
Esta repetición irredenta de nombres en calles y avenidas, calzadas e incluso glorietas y parques, contribuye al trazado de un mapa geográfico por demás oscurecido que las más de las veces no hace más que poner a la vista un enredado laberinto que se tiene que librar para llegar al lugar buscado. Y la muestra no está muy lejos: en Guadalajara, por ejemplo, es muy conocida y transitada la av. Hidalgo, en Zapopan su avenida principal lleva el mismo nombre y en Tlaquepaque es una de sus calles más recorridas por paseantes y residentes. Más allá de esto, la composición de pueblos y ciudades, no obstante el elogio que se realiza al nombrar así sus principales arterias viales, obedece al rescate del pasado, ese pasado que a diario está presente y que se evidencia apenas se sale a la calle.
Somos muy dados, por otra parte, a ensalzar las tragedias, pues si se mira bien a la mayoría de estos próceres y efemérides que lucen en las placas de las calles se les puede identificar no con algo buenamente merecido, sino con un revés histórico: las derrotas marcan el derrotero al momento de elegir el nombre que llevará tal o cual avenida o calle. Es confuso e incluso deprimente llegar a un lugar en el que se está por primera vez y experimentar que ya se le conoce un poco por los nombres de sus calles. Se está ahí, en esa esquina cualquiera, con la rara sensación de que se está en la anterior, o en otra: esta inaudita repetición de calles y avenidas constituye una certeza que deviene acto, más que de identificación, de apropiamiento de un pedazo de historia.

“Mucho más allá de mi ventana, las nubes de la mañana, son una flor que le ha nacido a un tren. Una luz se transforma en cangrejo, y la capa de un viejo da con una tempestad de comején. Mucho más allá de mi ventana, algodones jugaban a ser un jardín, en espera de abril. Luego entro los ojos, chorreando esa luz de infinito, y es cuando necesito un perro, un bastón, una mano, una fe. Y tú pasas tocando el frío con suave silencio, y ciego te sentencio a que nombres todo lo que ahora no sé”
Silvio Rodríguez, “Como esperando abril” en Días y flores

Imagen: tonijerez.com

No hay comentarios: