lunes, 14 de abril de 2008

Tarde-noche acuosa


Ayer llovió. Cayó una lluvia delgada, de corto aliento. Es reconfortante ver cómo la ciudad se resignifica a partir de menudos hechos : una llovizna tiene la virtud de imprimirle otro rostro a lo cotidiano.
En esas cortinas nebulosas, grisáceas que descorrían los edificios y las calles, las plazas y avenidas, las esquinas desiertas, había voces que en tropelía se abalanzaron en todas direcciones: inesperadamente las primeras gotas habían comenzado a venirse abajo, no hubo paraguas ni impermeables, sólo una algarabía de diminutos ojos que se abrían al contacto con el suelo.
El color de las ventanas cerradas, de las lámparas públicas que se encendían una tras otra, de las fachadas agrietadas, del pavimento resbaladizo, de las caras que asomaban a la calle, fue adquiriendo un renovado matiz: era posible encontrarse reflejado en un sinnúmero de objetos y reconcerse en las primeras palabras al resguardo de aquel sorpresivo clima.
La tarde-noche vino con otro tiempo, que le era inherente por la lluvia sola, y desplegó un paracaídas que aterrizó sin contratiempos: el escenario descorrió el telón por unos cuantos minutos y se cerró tras una ovación de miradas que provenían desde distintas direcciones

“…la misma soledad, la no mentida, y este largo destino de manos que se miran envejecer”
Olga Orozco, “Para Emilio en su cielo” en Desde lejos

(La semana antepasada me reuní con Carmen a tomar un café: sigue siendo la matadita que conocí hace algunos años.
Soñé a Bebesito: lo vi en un campo largo, corriendo junto a Cirilo. Lo rescatable de esta imagen es que puede ocurrir un día de éstos.
Ahí se los dejo: una niña yemení de ocho años le ha solicitado a un juez del tribunal de Saná le permita divorciarse -su padre la obligó a casarse con un hombre de 30 años-. Los matrimonios de menores en Yemen y en algunas regiones de Arabia Saudita son comunes.)

1 comentario:

Silvia Quezada dijo...

Algunos tapatíos hablan de la lluvia. No ha venido a tocar por mi ventana, aunque la he presentido a lo lejos. Tu texto me envolvió en su brisa, tan esperada. Gracias.