martes, 22 de abril de 2008

Un viaje, varios viajes


A propósito de un texto de Boullosa publicado en Día Siete, respecto al poeta Darío Galicia –Piel Divina en Los detectives salvajes de Bolaño–, quiero hacer un comentario –alejado de toda intención culturosa– en torno a esa novela que, según algunos críticos, inauguró una nueva narrativa latinoamericana.
Los detectives salvajes es un viaje: en la novela se narra un viaje pero la novela en sí misma es un viaje. Y es un viaje, asimismo, en muchos sentidos: para los protagonistas es un viaje, para el lector es un viaje, la narración es un viaje; en suma, Bolaño, y sospecho que no lo buscó intencionalmente, propone distintas lecturas y a los lectores nos toca embarcarnos en todos esos mares no sin antes haber quemado las naves y partir. A ratos se trata de un camino alucinante, despistado, lleno de sorpresas, a veces oscuro y otras tantas luminoso, saturado de referencias y microhistorias, de trampas y miniautobiografías dictadas por las voces de los retratados.
Roberto Bolaño fue un narrador que no se apegó a ningún molde, a ninguna fórmula preconcebida o cuadrada, a nada que no fuera lo que su pluma le iba dictando, llevándolo por derroteros que ni él mismo conocía dónde iban a desembocar: esa búsqueda frenética y desesperada de Cesárea Tinajero se va reinventando conforme los detectives salvajes encuentran una pista, por mínima que sea, ya sea a nivel narrativo ya a nivel anecdótico.
Es cierto que esta novela merece glosarse de manera exhaustiva, con detenimiento, quizá conectándola con numerosas referencias y sin dejar de lado su valor narrativo, pero el espacio aquí no es el idóneo y no pretendo por el momento llevar a cabo tan descomunal ejercicio.
Entonces, lo que resta decir, y por anotar lo menos, es que Los detectives salvajes vino a refrescar -tal vez a reinventar- el panorama no sólo de la narrativa chilena –por ser el autor, chileno–, sino la mexicana y alargando el brazo, la latinoamericana y española.

“….esa extraña mirada nos perdió en el exilio del otro”
María Cristina Preciado, “Las ciudades últimas de febrero: mirada y extrañamiento”

(Bregovic, con su banda de Bodas y Funerales, traerá los aires de Underground, Sueño de Arizona y Gato negro, gato blanco al bajocielo tapatío.
Hoy me han contado que Chu, de vuelta de la calle, cruzó la puerta con otro semblante: la de aquella que bailó de otro modo la vida.
Ahí se los dejo: Mañana habrá una lectura pública de la novela Al filo del agua del hijo pródigo del Barrio del Santuario, Agustín Yáñez; cientos de voces, como si se trata de una especie de Torre de Babel sonora, armarán ese rompecabezas en que se convierte un libro cuando es hojeado por muchos.)
Imagen: alhamar-critica.blogspot.com

No hay comentarios: